Casi todo el mundo tiene en la mente la imagen de este callejón estrecho, situado en el recinto del castillo de Praga, en el cual se alinean casitas de colores que nos recuerdan a casitas de muñecas. Se cuenta que debe su nombre al emperador Rodolfo II, durante cuyo reinado vivían en este lugar alquimistas que se afanaban por descubrir el secreto para producir oro. Sin embargo, la realidad es a menudo mucho más prosaica: los primeros habitantes de estas casas no fueron otros que los pobres sirvientes del Castillo. A continuación, fueron los arqueros y, por último, los orfebres, que se refugiaron aquí para evitar los impuestos prescritos por sus gremios en las ciudades de Bohemia. Así pues, el callejón del oro debe su nombre a estos últimos. Y el mobiliario actual de cada una de las casas, que se pueden visitar con uno de nuestros guías dentro de una visita guiada al Castillo, nos muestra la manera en que las gentes vivieron en ellas a lo largo de los siglos. Por ejemplo, podemos visitar una antigua taberna, un auténtico taller de orfebrería con su jaula para pájaros, la casa del arquero rojo, soldado que hacía la guardia en lo alto de las murallas vestido de un uniforme rojo, la de una herborista o la de la famosa cartomántica Matylda Průšová.

El callejón del oro ocupa una zona situada entre las dos fortificaciones norte del Castillo. En la segunda mitad del siglo XVI se empezó la construcción de casas en este lugar. En aquel entonces se trataba de edificaciones muy reducidas, destinadas a un uso provisional. Estaban insertadas entre los contrafuertes de las arcadas que formaban parte del muro norte y no superaban su grosor. A lo largo de los siglos, las casitas fueron siendo ampliadas y se extendieron hacia la calle, de tal modo que en algunos sitios quedaba menos de un metro de ancho para pasar. Durante los trabajos de saneamiento, en el siglo XIX, estos anexos fueron demolidos y las casas volvieron a sus dimensiones originales.

En el siglo XX, escritores y poetas se reunían en el número 12: entre ellos František Halas, Jaroslav Seifert (premio Nobel de literatura) o Vítězslav Nezval. Por su parte, Franz Kafka vivió y trabajó durante varios meses en el número 22. Las casas estuvieron habitadas hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Para acceder al callejón del oro es necesario adquirir la entrada correspondiente.

 Dónde
Hradčany

Los colores llamativos de las fachadas son recientes: datan de las reformas llevadas a cabo a mediados del siglo XX. Dichos colores fueron idea del realizador checo Jiří Trnka y gracias a ellos este callejón pintoresco ha recobrado su vida.

Jan, Avantgarde Prague
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