Con sus ocho salas y su terraza, esta cervecería situada cerca del ayuntamiento de la Ciudad Nueva puede acoger a cerca de mil clientes. Una cifra que a veces alcanza realmente, sobre todo cuando la cena va acompañada de un concierto de música tradicional y viejas canciones praguenses. Por cierto, los camareros visten al estilo de la antigua Praga, al igual que la decoración interior y el diseño del menú. Aquí no hay gran originalidad: encontramos los grandes clásicos como el goulash, el filete de ternera en salsa de verduras, la salchicha a la parrilla, el queso de cabeza o las salchichas marinadas en vinagre. No espere proezas culinarias, pero tampoco se llevará sorpresas desagradables. Aquí disfrutará de una cocina de brasserie honesta y corriente, con un pequeño recargo debido a la fama del lugar, y en general tendrá una buena idea del estilo «tradicional» praguense. Aunque el entorno pueda parecer un poco «artificial», encontrará elementos auténticos: por ejemplo, las dos balas de cañón incrustadas en la pared del restaurante, que son un vestigio de la Guerra de los Treinta Años.