Puente de Carlos

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Inseparable de la imagen de Praga, el Puente de Carlos, construido en el siglo XIV, es un símbolo de la ciudad.

Ya en el siglo X, un puente de madera cruzaba el río Moldava más o menos en el emplazamiento del Puente de Carlos de Praga, que fue sustituido en el siglo XII por el primer puente de piedra de la capital, el Puente de Judit, del que aún hoy pueden verse algunos restos.

En febrero de 1342, un violento deshielo destruyó dos tercios del puente, y el emperador Carlos IV decidió construir uno nuevo que llevara su nombre, ligeramente curvado contra la corriente. Sus sólidos pilares descansaban sobre pilotes de roble. Las obras fueron supervisadas en parte por el gran arquitecto y escultor de la corte imperial Petr Parléř, célebre también por su trabajo en la catedral de San Vito. A pesar de las sucesivas inundaciones a lo largo de la historia y de las renovaciones parciales, sigue siendo por este antiguo puente medieval por el que se cruza de un lado a otro del centro histórico.

Del lado de la Ciudad Vieja, la torre gótica que marca solemnemente la entrada al puente está adornada con magníficas esculturas, obras maestras de la mano de Petr Parléř: entre ellas figuran el emperador Carlos y su hijo Wenceslao IV, así como los santos Guy, Adalberto y Segismundo, patronos del Reino de Bohemia. Al otro lado, el Puente de Carlos está delimitado por dos torres de altura desigual: la más antigua, la Torre de Judit, data de la época románica (siglo XII), mientras que la más alta data del siglo XV y ofrece una hermosa vista panorámica de la ciudad.

La galería de esculturas que adorna este puente gótico es igualmente excepcional. Sabemos que un calvario de madera adornó el puente muy pronto, seguido de la legendaria figura del caballero Bruncvík en el siglo XVI. Pero fue sobre todo a finales de los siglos XVII y XVIII cuando el puente se fue llenando de esculturas religiosas inspiradas en el Puente de San Ángel de Roma, formando una extraordinaria avenida triunfal que une los dos lados de la ciudad, la tierra y el cielo.

Los mejores artistas del Barroco se distinguieron aquí, en un clima especialmente fructífero de emulación y competencia artística. En el siglo XIX, otras obras más académicas completaron el conjunto, parcialmente dañado por inundaciones o fuego de artillería. En la actualidad, casi todas las estatuas originales del Puente de Carlos de Praga han sido sustituidas por copias.