El jardín de los Franciscanos es un oasis verde en pleno centro de Praga y uno de los lugares de encuentro y de reposo favoritos de los praguenses en verano. Está rodeado por todas partes de edificios altos, formando así un refugio apacible para todos aquellos que deseen abandonar, aunque solo sea por unos minutos, el ajetreo de la capital checa.

Situado en un patio rodeado de casas, entre la plaza Wenceslao y la plaza Jungmannovo, el jardín de los Franciscanos se encuentra justo al lado de la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. Este lugar fue utilizado desde el siglo XIV por los monjes del convento vecino, los cuales cultivaban aquí plantas aromáticas y medicinales. Aunque hoy en día sea sobre todo un lugar de reposo, es posible ver aun algunos árboles frutales y plantas medicinales, plantados aquí en recuerdo de aquellos tiempos pasados.

Además de estas bellezas de la naturaleza, podremos admirar varias obras de arte en este jardín. La edificación que domina el conjunto es una antigua capilla barroca transformada actualmente en pabellón, que alberga una tienda de productos de diseño. Mencionemos también las esculturas de varios artistas checos, como una fuente titulada “Niño sosteniendo una concha”, de Stanislav Hanzík, o una doble escultura de Josef Klimeš conocida como “las 3 hadas”. Esta escultura tiene un grifo de agua potable, en el cual podemos refrescarnos y hacer acopio de agua en los días de más calor.

Gracias a su posición, el jardín de los franciscanos es también un atajo muy bonito que une las dos grandes plazas del centro. Por ello, más vale asumir de entrada que siempre estaremos rodeados de gente. Sin embargo, es un lugar agradable en el que hacer un alto y aprovechar uno de sus numerosos bancos para darse un respiro. Muchos son los visitantes, tanto praguenses como turistas, que vienen aquí para reposar un rato junto a los rosales, que desprenden su fragancia a la sombra de los grandes árboles.

 Dónde
Ciudad Nueva

Dirección

Una combinación estupenda: venir a disfrutar la calma del jardín saboreando un helado de Světozor, la heladería situada en el pasaje cercano.

Ana, Avantgarde Prague
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