Este lugar existe gracias al amor al vino que profesaban algunos bohemios de Praga. Inicialmente, algunos reconocidos artistas (cineastas, fotógrafos, diseñadores, etc.) pagaban entre ellos una costosa botella de vino francés, que de otra manera no se podían permitir, pero que todos anhelaban. Posteriormente, abrieron en el centro de Praga una pequeña bodega, Bokovka, la cual visitaban con sus amigos. El establecimiento se sostuvo durante algunos años, pero después de unas cuantas peripecias tuvo que cerrar.
Sin embargo, para la felicidad de los bohemios checos y de los amantes del vino, la leyenda revivió en 2014 y abrió sus puertas en un nuevo lugar: en la calle Dlouhá, una de las principales arterias gastronómicas de Praga actualmente. En medio de un patio trasero en mal estado encontraremos a Bokovka. El interior del establecimiento aprovecha hábilmente los alrededores y los realza con sofisticación y diseño: no tenemos aquí una desteñida y decrépita colección, sino que encontramos un espacio con un servicio de sumilleres profesionales y un ambiente chic.
Aquí no se cocina, pero podemos acompañar el vino con una selección de quesos o, por ejemplo, con sardinas.