Iglesia de Santiago la Mayor

El vértigo del gótico bajo una máscara barroca...

Santiago la Mayor se distingue de la mayoría de las iglesias barrocas de Praga gracias a su gran sobriedad. Desde lejos, su fachada austera con ventanas desnudas y su campanario, tan erguido como orgulloso, bastan para simbolizar la brevedad de nuestro mundo terrenal y de sus preocupaciones. Sin embargo, al entrar, el visitante descubre un mundo radicalmente diferente y más bien inesperado: un espacio muy alto, inundado de colores y de luz tamizada, que evoca la atmósfera mística de las iglesias del sur de Italia.

Regida por la orden de los Franciscanos, la iglesia de Santiago fue fundada a finales del siglo XIII. Primero, se construyó el presbiterio: con sus 30 metros de altura, era entonces uno de los edificios góticos del gótico temprano más audaces de Praga. Durante el siglo XIV, se añadió una iglesia de tres naves al presbiterio. Durante las Cruzadas contra los husitas, la iglesia se libró de la destrucción, conservando su aspecto gótico hasta finales del siglo XVII. Pero todo cambió en 1689, cuando se desencadenó en Praga el incendio “francés”, probablemente causado por agentes pagados por Luis XIV, que dañó en especial la iglesia de Santiago. Durante el incendio, se desmoronó el frontón delantero, así como las bóvedas, quedando destruido todo el mobiliario. La reconstrucción empezó inmediatamente y se consagró una nueva iglesia en 1702. De esta época data el aspecto actual de la iglesia, aunque su altura y su longitud poco habituales recuerdan aun con intensidad la edificación gótica original.

La nueva iglesia debe su importancia, sobre todo, a las cualidades artísticas de su decoración. Encima de los pórticos hay bajorrelieves extraordinarios: en un remolino de nubes y alas de ángeles, se elevan unos santos, cuyas miradas atraen al visitante y lo incitan naturalmente a entrar en la iglesia. El interior cuenta con unos altares magníficos, aunque el elemento más importante es, probablemente, la sepultura de Vratislav z Mitrovic, adornada con unas magníficas esculturas barrocas realizadas por Ferdinand Maxmilián Brokoff. En cuanto a la mano humana seca, colgada del muro junto a la entrada, se trata de un recuerdo un poco morboso del mundo barroco. Según la leyenda, perteneció a un ladrón que intentó robar la estatua de la virgen; esta lo atrapó y lo entregó al verdugo de Praga.

 Dónde

Escuchar el órgano en esta iglesia es una experiencia única. A veces hay organistas ensayando en el interior: es una buena ocasión para entrar y deleitarse: la excelente acústica y el ambiente barroco excepcional harán de ese instante un recuerdo inolvidable.

Karolína, Avantgarde Prague
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