La época barroca en Praga, que dominó la escena cultural principalmente en los siglos XVII y XVIII, dejó huellas distintivas de su rico patrimonio artístico en el centro histórico de la ciudad. Algunos de los monumentos barrocos más importantes se construyeron durante este periodo y aún hoy adornan la ciudad. Uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca en Praga es la iglesia de San Nicolás en Malá Strana, construida por Kryštof Dientzenhofer y su hijo Kilian Ignaz Dientzenhofer. La escultura barroca de Praga ha ganado reconocimiento internacional, especialmente gracias a las esculturas de Matthias Bernard Braun y su discípulo Ferdinand Maximilian Brokoff, que decoran las plazas y parques de la ciudad. Estas esculturas dan la impresión de movimiento y expresión dramática típica del arte barroco. En general, el barroco en Praga no solo enriqueció la arquitectura y la escultura, sino que también dejó una huella estética inconfundible en el panorama histórico de la ciudad, convirtiendo a Praga en uno de los principales centros de arte barroco de Europa.